jueves, 7 de abril de 2011

San Juan Bautista de La Salle, Nuestro FUNDADOR

Si San Juan Bautista de la Salle viviera hoy aquí en la tierra abriría los ojos aterrado al ver que la educación se ha secularizado, o sea se ha organizado como si Dios no existiera y sólo se preocupa por hacer de los seres humanos unos animalitos muy buen amaestrados, pero sin fe, sin mirar a la eternidad ni importarle nada la salvación del alma. Porque para él, lo imprescindible, lo que constituía su obsesión, era obtener la salvación del alma de los niños educándolos y haciéndolos crecer en la fe. Si no hubiera sido por estos dos fines, él no habría emprendido ninguna obra especial, porque esto era lo que en verdad le interesaba y le llamaba la atención: hacer que los niños, jóvenes y maestros amaran y obedecieran a Dios y consiguieran llegar al reino eterno del cielo.

La Salle le dio un viraje de 180 grados a los antiguos métodos de educación. Antes se enseñaba a cada niño por aparte. Ahora La Salle los reúne por grupos para darles clases (en la actualidad eso parece tan natural, pero en aquel tiempo era una novedad). Antiguamente se educaba a base de gritos y golpes. El padre Juan Bautista reemplazaba el sistema del terror por el método del amor y de la convicción. Y los resultados fueron maravillosos. La gente se quedaba admirada al ver cómo mejoraba totalmente la juventud al ser educada con los métodos de nuestro santo.

No les enseñaba solamente cosas teóricas y abstractas, sino sobre todo, aquellos conocimientos prácticos que más les iban a ser de utilidad en la vida diaria. Y todo con base en la religión y la amabilidad.

Siendo de familia muy rica, repartió todos sus bienes entre los pobres y se dedicó a vivir como un verdadero pobre. Los últimos años cuando renunció a ser Superior General de su Congregación, pedía permiso al superior hasta para hacer los más pequeños gastos. Los viajes aunque a veces muy largos, los hacía casi siempre a pie, y pidiendo limosna para alimentarse por el camino, durmiendo en casitas pobrísimas, llenas de plagas y de incomodidades.

Una vez pasó todos los tres meses del crudísimo invierno, en una habitación sin calefacción y con ventanas llenas de rendijas y con varios grados bajo cero. Esto le trajo un terrible reumatismo que durante todo el resto de su vida le produjo tremendos dolores y las anticuadas curaciones que le hicieron para ese mal lo torturaron todavía mucho más.

Su humildad era tan grande que se creía indigno de ser el superior de la comunidad. Estaba siempre dispuesto a dejar su alto puesto y alguna vez que por calumnias dispuso la autoridad superior quitarlo de ese cargo, él aceptó inmediatamente. Pero todos los Hermanos firmaron un memorial anunciando que no aceptaban por el momento a ningún otro como superior sino al Santo Fundador y tuvo que aceptar el seguir con el superiorato.

Pasaba muchas horas en oración y les insistía a sus religiosos que lo que más éxito consigue en la labor de un educador es orar, dar buen ejemplo y tratar a todos como Cristo lo recomendó en el evangelio: "haciendo a los demás todo el bien que deseamos que los demás no hagan a nosotros".

Juan Bautista murió, el 7 de abril de 1619, con 68 años. Hoy recordamos el día de su muerte como la pérdida de un GRAN HOMBRE, un hijo de Dios que le dio un cambio radical a la educación de esa época. Por eso, 360 años después de su fallecimiento, le recordamos y de qué mejor manera que siendo una luz en el camino de la educación en todos los ámbitos de la vida, por eso invitamos a todos los centros, alumnos, maestros, personal de mantenimiento, etc. a formar la ESTRELLA de La Salle que es como formarlo a él mismo, pues ha sido nuestro referente ayer, hoy y durante todo el tiempo que nos queda por delante. A la izquierda tienen el correo electrónico a donde tienen que mandar dichas imágenes para por ser vistas por todos los Lasalianos del mundo. 

Siempre que quede un niño por educar, ahí estará la familia de La Salle para enseñarle y acogerle con todo su amor y cariño.

Oración:
San Juan Bautista de La Salle, que te entregaste por todos los niños y jóvenes, diste todas tus posesiones y abriste tus manos y tu corazón a todos, 
haz que los hermanos de La Salle se mantengan firmes en la fe en Cristo y que sigan tus indicaciones para educar a todos los niños y jóvenes que hoy tienen como alumnos. 
Suscita también en los niños el amor hacia la clase de religión y hacia Dios. 
Y después de todo esto,
suscita en tantos jóvenes las vocaciones hacia el sacerdocio, hacia Hermano de La Salle o hacia cualquier vida consagrada a Dios. Amén

San Juan Bautista de La Salle....... Ruega por nosotros
Viva Jesús en nuestros corazones....... Por SIEMPRE

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